En todo buen asado (carne asada, barbacoa, o como le digan en cada lugar) siempre debe sobrar un poco de carne. Lo importante es sacarla antes de que se transforme en un carbón (es decir cuando los invitados empiezan a pedir helado, café o digestivos). Esa carne en general sabe muy seca, a suela de zapato literalmente, si se la calienta en la sartén, plancha u horno.
La solución es humectarla en una buena salsa, logrando una relación simbiótica: la carne adquiere jugos nuevamente y la salsa toma el sabor rico de la carne.
La salsa es la mas básica: buen aceite de oliva extra virgen poco caliente, sofreír cebolla y pimiento (agregar zanahoria si se quiere mas dulce), agregar un poco de ajo cuando la cebolla esté transparente. Luego de cinco minutos añadir un poco de vino de cualquier color que haya sobrado de la velada (como dos copas por medio kilo de carne) y subir el fuego para que evapore en unos 4-5 minutos.
Añadir puré de tomate de cajita o lata, bastante orégano, 4-5 hojas de laurel, y dejar cocinar a fuego lento semi tapado unos 40-50 minutos. Si estás en México se vale agregar con el laurel un poquito de chile de árbol molido o pepperoncino italiano para dar un suave picor.
Servir con pasta al dente, con un trozo de carne al lado. Si la salsa salió pinche, agregar mucho queso parmesano, sino es una herejía. Un reciclado con aspecto de nuevo!